Pasa siempre lo mismo. Hay un partido dentro de cada campeonato del que nadie se acuerda o con suerte, se tienen algún vago recuerdo. Ese partido es siempre el anterior al clásico de Avellaneda. ¿Quien se va a acordar, en un par de días, de cómo salimos con San Lorenzo si lo único que importaba era esperar el sábado para jugar con el rojo?
Sea cual fuere el resultado no nos acordaremos de que Basile si perdía dejaba de ser el técnico, ni que debutaba Caruso Lombardi en un necesitado San Lorenzo, ni el recibimiento encontrado ( algunos aplaudieron, algunos chiflaron ) que le dimos a Migliore, Ni el “ole ole Coco Coco”, ni la noticia de que retrasaron el partido un día para que los policías de la provincia pudieran hacer tareas humanitarias el día domingo por los destrozos ocasionados por las tormentas. No, nada de eso nos acordaremos…o quizás…quizás nos acordemos de algo.
Las bengalas de colores. Ese podrá ser el recuerdo que quede de este partido. No importara que al final el resultado haya sido 1 a 1. Solo quedara el festejo. Las miles de bengalas y lámparas de humo de color que fueron puestas en el cilindro los últimos 15 minutos del partido.
Había bengalas para todos. Y fue una fiesta.
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